Este apartamento, habitado por una pareja joven y vibrante, fue concebido como un lienzo en blanco. No hubo una propuesta rígida ni un estilo predefinido: todo surgió en el camino, con libertad creativa absoluta. Esa apertura permitió diseñar un espacio asimétrico, en movimiento, donde cada decisión rompe con lo simétrico y lo predecible. Inspirada por la personalidad alegre y flexible de sus habitantes, se dió forma a un lenguaje visual propio, audaz, con tintes art déco, pero sin pertenecer a ningún estilo en particular. Porque no se trataba de encajar, sino de expresar.